viernes, 29 de septiembre de 2017

En tiempos de Stalin. Una saga moscovita, Vasili Aksiónov


La otra orilla, 2010

          Lo apunté al poco de ser lanzado pues lo comparaban con el afamado Guerra y Paz, libro que abordé hace una veintena de años. La edición disponible en ese entonces era la grosera de marras, en cartoné, que ocupa un considerable espacio en un mueble destinado a libros voluminosos (tochos, en español, o ladrillos, en su acepción local); hoy existe una más modesta –y maleable-. Sus casi mil doscientas páginas llevaron más de tres semanas de lectura. Eso sí, por fortuna fue una edición digital la que porté durante mis jornadas laborales; la impresa en papel sólo acompañó mis noches, mientras daba descanso al lector electrónico.

Introducción

            Esta saga está constituida por tres volúmenes reunidos en un único ejemplar. Comienza en 1925 y concluye con la muerte de Stalin en 1953, por lo que aborda prácticamente toda la historia de Rusia durante su ejercicio del poder. En sentido estricto, es una novela histórica a la vez que familiar; en ello radica su semejanza con la señera obra de Tolstoi. Aksiónov narra en detalle los hechos sobresalientes del período utilizando tres generaciones de una acomodada familia moscovita, los Grádov, con quienes el lector va compartiendo su acontecer.

Historia

            En su primer volumen, La generación del invierno, se presenta el clan Grádov y se describen las primeras andanzas de sus protagonistas. El patriarca, Boris III, eminente cirujano; su esposa georgiana, Mary, pianista; su hijo mayor, Nikita, comandante militar; el hermano de éste, Kiril, bolchevique y la menor de los hermanos, Nina, poetisa trotskista. Acompañan al clan la criada Agasia; la bellísima Veronika, esposa de Nikita, y la pareja de Kiril, la judía Tsilia Rosenblum, con quien adopta como hijo al descendiente de un rico productor rural, Mitia.

            La historia comienza con un encuentro entre un periodista norteamericano antibolchevique y el fundador del nacional-bolchevismo ruso en las cercanías de la oficina de la Cheká, la policía política, en 1925, al año de la muerte del líder, Lenin, y en pleno auge de la NEP, la nueva política económica. Al poco, se inicia la sovietización de la sociedad, con la colectivización de la producción y la condena de la burguesía agraria, los kulaks. Boris III es llamado a dar su opinión sobre el estado del Comisario del Pueblo –que moriría poco después-, con lo que comienza la caída en desgracia de la familia. Primero, a Nikita –padre de Boris IV- lo destinan al Extremo Oriente; a Kiril lo persiguen por reformista y, ante la caída de Trotsky, Nina debe refugiarse junto a su madre en Tiflis. Una delación oportuna es motivo para que el hermano mayor sea declarado enemigo del pueblo y confinado a Kolimá, en Siberia, tanto como su hermano. Sólo Boris III mantiene su lugar gracias a la ayuda brindada al mismísimo Stalin en una situación embarazosa.

            En la segunda parte, Guerra y prisión, se narra el inicio de la Gran Guerra Patriótica –así llaman los rusos a la II Guerra Mundial- donde Aksiónov se vale de la gran Purga de 1937 –donde se fusiló como traidores a los mejores cuadros militares, que le hacían sombra a Stalin- para mostrar lo poco idóneos que eran los nuevos generales. La victoria de los nazis en el campo de batalla resultaba tan arrasadora, que los pocos viejos comandantes vivos como Nikita Grádov tuvieron que regresar de su aislamiento para participar activamente en el frente occidental. A su vez, empieza a cobrar intensidad la policía política, ahora NKVD, con Lavrenti Beria como mano derecha de Stalin, y su lugarteniente Lamadze –pariente de los Grádov-. Una misión con refugiados polacos acaba con la vida del ya general Nikita Grádov, héroe nacional.

            Finalmente, la tercera parte, Prisión y paz, es protagonizada por Boris IV, acompañado de su tía Nina y sus tíos Kiril y Tsilia –ahora en Magadán, capital de Kolimá- a partir de 1947. El nieto de Boris III, campeón de motociclismo y de vida disipada, que ha heredado el piso de sus padres en Moscú, se hace amigo de Vasia, el hijo de Stalin, de lo que surgen diversas aventuras. Mientras tanto, el cirujano Boris III pasa a retiro con sus setenta años y, en medio de un complot armado para descabezar a los médicos que atienden a un ya muy enfermo Stalin, hace una memorable alocución en defensa de los mismos, lo que le cuesta a él la prisión y las ‘medidas de instrucción’. Para colmo, Yolka, la hija de Nina, es capturada por la lascivia de Beria. Todo se resuelve no tan satisfactoriamente con el deceso del líder.

Estructura

            Cada parte está dividida en capítulos entre los que se intercalan una serie de entreactos, dispuestos de a dos. En el primero de éstos, se recaban las noticias que la prensa tanto soviética como del resto del mundo exponía mientras ocurrían los hechos narrados, de manera que el lector pueda ampliar su mirada y sacar sus propias conclusiones. En el segundo, el autor utiliza animales y vegetales como testigos de algunas escenas de ciertos personajes o acontecimientos –el caso de la ardilla de la finca de los Grádov, cuando comienza la guerra es el más notorio-, o bien los hace figurar como sendas reencarnaciones de personajes importantes –de hecho, a Stalin lo reencarna en un cuervo lustroso color azabache-. De esta manera, Aksiónov  se permite ciertas reflexiones sobre cómo discurre la vida en el entorno de sus personajes, donde nada parece tan importante ni trascendente. Así, con esta disposición, logra efectuar un quiebre narrativo que oficia de descanso, tan necesario al lector que viene atento a la trama a lo largo de varias páginas.

Las ediciones que hicieron posible la lectura

Análisis somero

            Indudablemente, toda la obra trasunta una crítica feroz al stalinismo, desde que se apropió de la cúpula del Partido a la muerte de Lenin hasta la sucesión de Iósif Stalin. A los miembros del Politburó los tilda de mediocres y estrechos de miras; una pandilla de burócratas que gobernó a millones de personas en base a la delación, el terror generado por su policía represiva y las purgas frecuentes de opositores o críticos del régimen.

            Lo bueno del caso es que los Grádov encarnan a una familia de clase alta, preparada, con finca propia y recursos importantes, a los que su escéptica mirada acerca del Partido y de la rigurosidad del líder los afecta personalmente pero no así su base de sustentación, que pervive a lo largo de toda la novela (no son despojados de sus bienes en ningún momento).

            Por otro lado, la arbitrariedad y la opresión desfilan en estas páginas, toda vez que el sistema represivo de dominación se hace presente, sometiendo a tortura, fusilamiento o deportación a los ciudadanos que intentan mantener independencia de criterio o alzar una voz en disidencia. En este sentido, Aksiónov no mezquina párrafos para hacer conocer la verdad del gulag tras la imagen de estabilidad y triunfalismo soviético.

            Finalmente, Aksiónov nos regala su propia visión en esta reflexión de Boris IV,

‘Dentro de cuarenta años, cuando se rememoren estos tiempos, dirán: el único que alzó la voz contra las mentiras fue el profesor Grádov. Nosotros somos buenos chicos, con las palmaditas en la espalda, nosotros, la joven generación de mierda. Creemos que con setenta años a un hombre sólo le preocupa que sus calzones estén calientes y, sin embargo, resulta que le hierve la pasión por dentro. Sin duda, el abuelo se cuenta entre estos últimos si decidió plantar cara a esos cerdos. Creo que tenía algo en la conciencia, algo de tiempos muy antiguos, de antes que yo naciese, algo vago, un compromiso, una debilidad… Tal vez soñara toda su vida con redimirse y ahora ese sueño se ha cumplido: se retira como un caballero. No le perdonarán su magnanimidad. No le perdonan ni la centésima parte a nadie, ni siquiera a los inocentes le perdonan el hecho de no ser culpables…’ (p. 1154).

Estilo literario y conclusiones

            Coloquial y fluido, el estilo escogido es directo, alternando las distintas historias de sus personajes de manera de hacerlas más llevaderas y ofreciendo matices, con buena construcción psicológica de los protagonistas tanto reales como ficticios. Sin duda que el punto débil es su extensión, aunque si tomamos en cuenta que narra una historia que abarca más de un cuarto de siglo de la Rusia Soviética, con todo lo que ello implica, no resulta desmedido. Pero reconozco que a simple vista, acometer su lectura parece una tarea titánica –también por las limitaciones que impone semejante volumen-.

            Respecto de la obra, es una novela en regla que revela miradas antagónicas que coexistieron –y coexisten aún- sobre el significado y la trascendencia de la experiencia de los Soviets. Es en este plano que cobra un sentido testimonial de lo ocurrido antes, durante y después de la instauración de la Cortina de Hierro, con su séquito de países satélites que adhirieron voluntariamente o no a la esfera comunista.

            Personalmente, no me sentí fatigado de la lectura en ningún momento. Los giros de la trama y las explicaciones oportunas mantienen la tensión narrativa hasta su desenlace, dejando la sensación de haber participado en una gran epopeya, a la altura de las clásicas novelas decimonónicas. Aún a pesar del esfuerzo de concentración que requiere durante tantos días, lo recomiendo a todo lector de buenas novelas.

Dedicatoria

            Un amigo lector al inicio de éste, mi Año Ruso, entre una larga lista de títulos lo nombró como al pasar, sin saber él que lo incluiría en mi periplo. Iba a proponerle una lectura conjunta, pero tuvo un olvido y decidí respetarlo. A Víctor, entonces, ‘que se nos fue, pero aún me guía’, va dedicada esta reseña.

2 comentarios:

  1. Las sagas familiares, cuando son fruto de una excelente narración, como parece ser aquí, llevan impreso el sello de la historia de una forma muy efectiva, haciendo entender al lector los grandes acontecimientos históricos a partir de las vicisitudes familiares.

    Pues sí, Marcelo, se echa en falta a ese amigo lector que "había olvidado algo"

    Una magnífica reseña, muy trabajada y reveladora.

    Un abrazo!!

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    Respuestas
    1. Tiene mucho de "Guerra y Paz", aunque sin el matiz romántico -qué romanticismo pudo tener lugar bajo el gobierno de Stalin, Paco-.
      Lo cierto es que es un libro recomendable para tener una verdadera idea de cómo se vivía en esos tiempos, por más que sepamos que es una ficción con visos históricos.
      Gracias por tu reconocimiento; siempre resulta bienvenido el aliento de otros lectores, sobre todo cuando la lectura ha requerido un considerable esfuerzo.
      Como imaginas, le notifiqué a nuestro amigo común y dice que anda devorando libros de poemas, tan queridos para él.
      Recibe un fuerte abrazo, pibe!

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